La Cruz Verde ©
Ben
Bustillo – Prohibited its reproduction
¿Verde? Pensé que
el símbolo universal para ayuda de salud era el rojo. Pero universalmente, y en
Estados Unidos - puedo hablar más directamente de California – se nota con
mucha más frecuencia y hay calles en sectores comerciales donde en una misma
cuadra puedes ver tres, cuatro dispensarios anunciando su producto de venta:
mariguana (o marihuana – ambas correctas según RAE.) Y eso es lo que significa
la cruz verde: Aquí se vende mariguana.
Debo señalar que su
venta para propósitos medicinales es legal en 17 estados en Estados Unidos. En
Colorado y Washington en las pasadas elecciones de noviembre del 2012 fueron un
poco más allá de lo convencional y legalizaron la posesión de menos de una
onza, controles a la siembra y además agregaron un impuesto de venta.
Sufro de dolores de
piernas, tobillos y pies, que finalmente se descubrió que eran efectos
secundarios de las medicinas que tomo para la presión y la arterosclerosis.
Pero hace como año y medio al comentarle a mi doctor sobre el padecimiento, me
sugirió que la fumara. ¡Imagínense!
Tenía como treinta
y pico de años que ni la veía en foto; pero como era una recomendación médica,
el dolor algunas veces insostenible, y “como buen paciente” (además tuve la
curiosidad a pesar de los tantos años sin fumarla) le pedí la receta. Pero me
dijo que él no me la podía dar y me guió a como conseguir la “licencia.”
Hago la cita con el
tal doctor y en la sala de espera estábamos como 20 personas, todos jovencitos
esperando la consulta; el único viejo era yo. La ley en California establece
una guía sobre a quien se le puede dar una receta anual para comprar mariguana
medicinal. Generalmente a “cualquier persona que tenga una enfermedad que cause
debilidad, cáncer, sida, artritis, glaucoma, epilepsia, migraña, dolores
crónicos y otras cuantas más.
El “mico” se
encuentra en la parte que “su doctor de cabecera la puede recomendar
oralmente”; pero este médico por razones legales no la puede formular
requiriendo que ciertos doctores obtengan una especialización para poder
prescribir mariguana medicinal.
Cuando me tocó mi
turno, al ver mi vejez y que no tenía pinta de hippy, se medio sorprendió y
pensó que era policía. Nerviosamente preguntó que cuales eran mis males; le dije
lo de las piernas, y conversando humorosamente, se relajó y comenzó a llenar
“mi historia médica.” Me dio la receta, pero ahora era yo quien andaba
nervioso.
¿Fumar mariguana a
estas horas de la vida? Aunque el propósito estaba justificado médicamente, mi
cerebro no encontraba un razonamiento lógico. Duré como un mes con la licencia,
lo comenté con mis hijos, pero la duda continuó hasta un día que el dolor de
las piernas se me hizo tan insoportable, y las tenía bien hinchadas, que me
decidí ir a comprarla.
Como a 10 cuadras
de mi casa encontré un dispensario. Parqueé el carro, entro al local (hay que
tocar un timbre especial, tienen circuito cerrado y cámaras de televisión para
poder entrar.) Hay una sala de espera, una ventanilla donde te identificas, muestras
la licencia de conducir o documento de identificación y la receta médica, que
la dan en una forma de diploma. Pasado este proceso, entras al salón donde
tienen los muestrarios y dos vendedores con la misma labia como si estuvieran
vendiendo un carro.
Cuando comienzan
las explicaciones y ventajas de las diferentes calidades, casi les digo que se
esperaran a que tomara un curso en la universidad para comprarla porque me
estaban llevando a un limbo de las tantas clases que existen ahora. En mis
tiempos barranquilleros solo había la samaria y la regular. El único jíbaro
quien vendía la samaria, era el “mocho Aníbal,” y era un privilegio ser su
cliente, porque no le vendía a todo el mundo. Dentro de ese círculo – modestia
aparte – me encontraba yo.
Le expliqué a los
vendedores para que era que la necesitaba, me recomendaron una especie, la
compré y salí como si hubiese cometido un crimen.
Aunque estatalmente
era legal lo que estaba haciendo, la ley federal prohíbe su venta y consumo. En
Los Ángeles, estos locales marcados con su cruz verde tienen que solicitar un
permiso para poder vender sus productos. El año pasado el concejo angelino
radicó un proyecto de ley para reducir el número de licencias otorgadas y
planificar los lugares de venta pero fracasó 11 – 2. Entre las demandas,
peticiones y demostraciones obligaron al concejo de la ciudad reversar y abolir
dicho proyecto de ley. Pero la DEA, FBI, Departamento de Justicia Federal o la
ATF pueden allanar cualquiera de estas tiendas bajo jurisdicción federal. ¡Las
leyes de este país!
Por eso es que la
idea de federalizar Colombia no suena mal del todo. Cada Departamento o Estado
crearía sus leyes, además de controlar y fomentar sus propios presupuestos.
Cuando llegué a la
casa, el dolor de las piernas se me había pasado. La guardé en un gabinete con
llave y seguí con mis rutinas. Varios días después, regresó el dolor y la fumé.
Era como si la estuviese fumando por primera vez. Desubicado y con el dolor me
acosté. La verdad si sirvió para el dolor ese momento, no lo descubrí sino como
hasta la cuarta vez que lo hice en uno de mis viajes a Barranquilla. No servía
para mis dolores y dejé de fumarla nuevamente.
Lo cierto es que en
Los Ángeles estas tiendas se están proliferando como hierba mala. Hay una calle
en el área de La Cañada que trafico varias veces por semana (Foothill
Boulevard) y conté el otro día como 25 en un área de 30 cuadras. De un simple
raciocinio se puede deducir que, o en estas ciudades del sector hay mucha gente
enferma o les gusta fumarla.
La tendencia por
tolerar el consumo y posesión se está suavizando en este país. Sin embargo, la
estigmatización continúa mezclada con cierto tipo de fanatismo ignorante hacia
los efectos de la misma. Todavía existe la insensatez de pensar que el fumarla traerá
a este individuo a drogas mayores.
Comparando los
vicios de la humanidad en los dos últimos siglos, la mariguana es menos
perjudicial que el tabaco, el alcohol, cocaína, morfina y cualquier otra clase
de basura que aparece de vez en cuando en el mercado.
La tolerancia
social al alcohol y el tabaco a pesar de lo perjudicial que es para el
organismo humano debe traerse y adaptarse hacia la mariguana. Por lo menos a
esta última se le han encontrado beneficios medicinales a cierto tipo de
pacientes. Y la guerra a la droga fue, es y siempre será un fracaso.
El mismo derecho
que un individuo tiene de usar tabaco o tomar, debe tenerlo aquél que quiera
fumar mariguana. Todas las drogas están al alcance de todos. Muchísimos optamos
por no hacerla y es nuestro derecho a rechazarla. Otros, como yo, la fumé en mi
juventud, le creí a un médico que podría aliviar mis dolores, pero al descubrir
que no, opté por no volver a hacerlo. Es fácil, sé como conseguirla, tengo
botellas de vino en mi casa por más de 10 años, y si acaso, me tomo un trago
cada dos meses. No fumo cigarrillos (lo hice por bastante tiempo y dejé de
hacerlo hace 25 años) y es mi decisión de no hacerlo.
El mundo está
cambiando, desarrollándose; y así como lo hace la mente humana, debemos dejar
evolucionar la tolerancia hacia las preferencias de nuestros vecinos.
Educación, es la respuesta inteligente; no la guerra o la criminalización.
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