Justicia Para Todos ¿De Verdad? ©
Ben
Bustillo – Prohibited its reproduction
Cuando niños
comenzamos a indagar sobre situaciones que los mayores nos determinan que es
cosas de adultos y nos piden esperar a que crezcamos; inocentemente iniciamos a
contar el tiempo que nos falta para permitir saber todo lo que nos es prometido
en nuestros principios.
Nos enseñan que la
policía está para ayudarnos, que los sacerdotes son los representantes de Dios
en la tierra, que estudiemos leyes o medicina, que en el mundo hay un sistema
judicial que se encarga de resolver problemas cuando los hay. Y como buenos
tontos - somos niños - todo lo creemos.
A medida que
crecemos, las puertas se abren, los entendimientos se agrandan de acuerdo a
nuestras propias capacidades y a lo que permitimos, la venda de los ojos
comienza a retirarse, la espiritualidad a esfumarse, y la edad de la inocencia
comienza evolucionar en una forma de perversión.
En los veintes, es
nuestro tiempo de gozar la vida lo que más podamos y no tenemos tiempo para
hacer análisis profundos, los ídolos de nuestros padres comienzan a
desboronarse, pero el rabito del ojo de alguna forma va asimilando y grabando
situaciones que en algún momento de nuestras vidas renace poniéndolas todas
juntas.
Empezamos a
recordar los juicios cuando juzgaban y condenaban individuos solo por reforzar
una imagen de poder policíaco, la muerte violenta de políticos, asesinatos
disfrazados de accidentes, y es cuando esa imagen que habíamos formado en
nuestra niñez se reconcilia con una gran verdad: el sistema es corrupto y
cuestiona la existencia de un ser superior. A menos que sea tan maligno como el
mismo sistema.
Los jueces son
incorruptibles, los abogados son quienes te pueden defender mejor porque son
amigos o fueron a la universidad juntos, o conocen alguien poderoso en la
política que puede interceder a tu favor, o comprar una decisión judicial. A
todo eso aprendemos en nuestra edad adulta. Ya no somos tontos; que de pronto
aparentemos ser para algunos, la realidad es distinta al manifestar el
procedimiento que la ocasión merezca.
La verdad, el
sistema judicial colombiano apenas lo estoy comenzando a estudiar - ya que
tengo un caso ante la fiscalía y cuando regrese este año voy a hacer lo que
tenga que hacer legalmente para finiquitarlo – pero el sistema estadounidense,
lo comprendo un poco más. No boto el dinero contratando abogados. Siempre que
he estado envuelto en algún caso judicial – por supuesto civiles – me he
representado yo mismo. No gano siempre, pero aprendo cantidades. ¿Para qué?
Conocimiento y alargamiento de las células cerebrales. Y una que otra vez,
dinero.
El sistema civil
judicial norteamericano está compuesto por leyes estatales y federales. En
algunos casos, puedes escoger el foro – una corte federal o estatal – y la
leyes y reglamentos de la corte que elijas. En otros casos, el federal es
obligatorio. Como por ejemplo, si voy a demandar una persona o una corporación
que está situada en otro estado o país, la violación de la ley solo es federal,
o jurisdicción sobre el asunto específico, como concordatos, derechos de
autoría, inmigración, militar y otro tipo de asuntos.
Pero la corrupción
es tan total como la de Colombia o cualquier país del mundo. Uno de los casos
que me gusta comentar mucho es sobre los secretarios de los jueces, o sus
ayudantes. Cuando comienzan a trabajar con ellos, viven modestamente, se
comportan educadamente con quienes tienen que tratar, manejan carros de bajo
costo, etc. Pero apenas cumplen un año o más, olvídate, su comportamiento toma
un vuelco brusco de 180 grados (esta frase la repito, pero cuando trato de
entender qué significa, trato de dar el giro de los 180 grados, la verdad no sé
para dónde va; si para la derecha, la izquierda, si llega al mismo punto de
partida... Ustedes descífrenlo.)
En otras palabras,
visten ropa de marca, manejan carros lujosos, se mudan a mejores vecindarios,
exactamente lo que se podría analizar que hacen este tipo de empleados en
cualquier país latinoamericano, de acuerdo al intercambio de la moneda.
La justicia
estadounidense es corrupta, ciega, injusta y fabricada. Otro concepto estaría
basado en la falta de conocimiento y la preferencia de aceptar una mentira como
verdad. El repetir que es la mejor del mundo, es simplemente idiotez.
Cuando comenzaron
las extradiciones de los cabecillas paramilitares, lo sentí profundamente por
varias razones; una de las más importantes, me pareció que fue un acto de
traición del gobierno el deportar sus propios coterráneos manifestando
abiertamente que la justicia colombiana no era confiable. Su delito fue grave y
castigable. No me refiero a eso. Me enfoco en el punto de vista donde el
gobierno de tu propio país te desviste de tus derechos conferidos por una
constitución fabricando leyes que permitan la utilización de este mecanismo
anticonstitucional. ¡Absurdo! Qué, ¿acaso estos extraditados no están gozando
de beneficios acá? ¿No lo hubiesen podido hacer también en una cárcel
colombiana? La misma vaina es.
Recuerdo que en Los
Ángeles en la época de la niñez del tráfico de drogas se escuchaban historias
de paisanos que llegaban vestidos de mecánicos a comprar carros Mercedes Benz
cargados de dinero en efectivo y a la vuelta de la esquina los esperaba la
policía, les quitaba el carro, los influenciaban para que dijeran donde tenían
el resto de dinero o droga diciéndoles que sí les decían los soltaban; y los
idiotas los llevaban a sus casas donde
tenían sus mujeres é hijos, se los llevaban a todos – los niños a
organizaciones de bienestar familiar – incluyéndolo a él. La gran mayoría del
dinero y droga, se la robaban los policías.
Esto se sabía,
porque cuando los juzgaban y se daban cuenta de que por ejemplo, el testimonio
de la policía decía que habían confiscado 1 kilo de cocaína y $10,000.00 en
efectivo, en realidad era mucho mayor la cantidad de ambos. Lo peor o chistoso
del asunto es que los mismos detenidos le decían al juez que la evidencia era
más de lo que la policía decía. Ah, ¡estos colombianitos!
La justicia es
coja, ciega, criminal y en algunas ocasiones, estúpida. Un juez federal y un
juez estatal perdieron sus puestos por mis denuncias de su mal comportamiento.
Y los jueces federales son elegidos de por vida. No me pesa, ni me vanaglorio.
Solo lo comento. A lo mejor me da es lástima, o quizás es un sentimiento ambivalente.
Lo cierto es, que
la justicia existe solamente para todos aquellos que poseen el mango del
martillo...
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