Réquiem Para la U y Cambio Radical ©
Ben
Bustillo – Prohibited its reproduction
La proximidad de unas elecciones, que todavía están lejos de la vuelta
de la esquina, tiene a Colombia convertida en un nido de hormigas coloradas
revoloteadas por el ataque de un oso hormiguero.
Los candidatos pretendientes a un escalón en la maraña gubernamental se
asemejan a estas hormigas tratando de hacer conexiones para comenzar a
contabilizar unos votos posibles abriendo el mercado del mejor postor.
Pero al mismo tiempo, la situación se puede similar a las aves de
rapiñas en el desierto alrededor del deceso de su próxima víctima, esperando
atacar hasta que esta indefensa presa sea fácil para calmar su hambruna. Así
más o menos se encuentran los partidos políticos, a la espera de la próxima
ronda de confabulaciones envueltas en conspiraciones disfrazadas de ovejas.
Cuando se forma una organización de carácter político bajo ciertos
ideales pero lo que se negocia es lo que se obtiene con los números de votos de
cada racimo politiquero, no se le puede denominar de otra manera sino como la
de una organización criminal, una mafia. Y me imagino que cada ministerio, cada
gobernación y alcaldía, senadores y representantes son también entregados de
acuerdo al número de votos que cada negociador aporta a la coalición. En mi
libro de definiciones, la única caracterización que se les puede dar es la de
mafiosos. ¿No es eso lo que hacen las organizaciones criminales? ¿Conspirar
para delinquir?
Y todos lo sabemos; sin embargo, apenas comienza a sonar la flauta de
Hamelín los seguimos como los ratones hacia nuestro propio río incoherente.
El partido de la U se encuentra agonizando en su lecho de muerte. Los de
Uribe contra los de Santos son los canceres de esta mezcla de adhesiones
reinando por tres períodos consecutivos y gozando del presupuesto nacional
repartiéndolo como prostituta recién salida de la cárcel después de haber
cumplido una condena de un año.
No pelean por sacar una ley que beneficie a sus electores, ni sus discusiones son acerca de un
mejoramiento de la economía del país. La batalla es por la grandeza de sus
personalidades pretendiendo reemplazar al caudillo cristiano iluminados por una
fuerza espiritual divina que solo ellos ven.
Su misión de promover una sociedad justa, libre y próspera y su visión
de construir la mejor y mayor alternativa política en los próximos cinco años
(así dijeron en su fundación en el 2005) está más cerca a su defunción que a
una existencia mal promovida en su inicio de vida. Los uribistas se irán a un
partido que no tiene todavía personería jurídica y aparentemente llamado Centro
Democrático (más tengo de joven que estos de centro) y los santistas
convergerán con el partido liberal, probablemente. Una vez la bancada uribista
se desparrame a cualquiera que sea su dictamen, la U dejará de tener el peso
que necesita la reelección de Santos.
Estas incidencias son una muestra de que una reforma constitucional es
necesaria para que se institucionalicen y legislen las formaciones de los
partidos políticos limitándolos a tres: liberal, conservador y oposición
(llámelos socialistas o comunistas.)
El partido liberal, formado en 1848, es el que en este momento muestra
más solidez y concentración en su organización que su partido oponente desde
1849, el partido conservador. El pluralismo demarcado como componente de sus
raíces es esencial para el desarrollo de una nación. Bajo la dirección del
expresidente Gaviria se convirtió en oposición al gobierno del presidente Uribe
hasta que renunció en diciembre del 2009. Pero indudablemente dejó suficientes
señuelas para que su organización se haya mantenido hasta formar parte de la
coalición del gobierno de Santos.
Una ala del partido conservador recientemente se apartó del rifirrafe
comenzado por Pastrana en contra de Santos por las negociaciones mantenidas con
las FARC, mostrando las divisiones internas que sufre este partido. Su
ideología de conservar civilización, cultura y valores esenciales de la
nacionalidad no concuerdan con los tiempos actuales, porque la influencia de la
iglesia católica ejerce presiones a la utilización de valores morales impuestos
por sus dogmas en un país laico. La religión ni sus valores morales se pueden
imponer en un pueblo y la intromisión de cualquier religión es contraproducente
para el ejercicio de una política que abarca un núcleo mixto ciudadano.
Cambio Radical, partido creado en 1998, es otra congregación formada por
las disidencias de sus dirigentes. Su fin es inminente para las próximas
elecciones y su fusión al partido liberal no está más en juego; lo que está
para decirse es cuando sucederá.
La unión de los uribistas con un ala del conservatismo jugará un papel
definitivo para el deceso de cambio radical y el partido de la U (santistas)
conllevando su unificación al partido liberal. Solo así podrían contrarrestar
el volumen de votos y oposición que la primera aleación crearía en el escenario
político garantizando la reelección de Santos y la conclusión del proceso de
paz.
Uribe debe definir públicamente su orientación conservadora y dejar de
mentir al pretender ser de otra formación ideológica. Lo más probable es que su
partido aún no nacido sea abortado antes de que adquiera su personería
jurídica.
Los partidos del polo, pin, mira (otra vez, ¿religión mezclada con
política?) verde, alianza social indígena, afrovides y los otros cuantos de
menor representación de votos, deberían ser cerrados y unificados con otro
partido de su preferencia. No porque sus ideales no tengan el valor que su
representación pretende dar, sino porque podrían obtener más como un bloque de
votos a los otros partidos, que independientemente.
Las enredaderas de los partidos colombianos son tan difíciles de
pronosticar porque el comportamiento de quienes los presiden es prostituto y
amoral. Lo peor de todo es que como espectadores, juzgamos, presenciamos,
alineamos y producimos lo que ellos nos influencian a hacer.
Lo más probable es que cualquier vaticinio que se haga en esta época no
tenga ninguna repercusión dentro de unos meses, porque las probabilidades de
que estas conspiraciones gubernamentales compuesta por los políticos de turno,
terminen abrazados como veces anteriores y nosotros aplaudiendo el último acto
de la opereta farsa denominada politiquería.
Si tuviese la oportunidad de preguntarle personalmente a los políticos
colombianos, les diría, “¿qué haría usted si en Colombia surgiera un personaje
al estilo Chávez encomendando un gobierno después de muerto?” Para pensar,
¿cierto? Que los colombianos se cansasen un día y comenzaran a dejarse guiar por
un excéntrico al estilo chavista...
La utopía de este escrito sería que se reformara la constitución y se
reglamentara la existencia de los partidos políticos en Colombia.
Comments
Post a Comment