Herencia, corrupción y familia ©


Ben Bustillo

La familia, se supone y nos crían con la idea de que es un regalo de Dios. Pero tengo que añadir mi criterio al respecto y categóricamente puedo decir que en algunas ocasiones, como el mío, es un castigo de Él, si creyera en su existencia. Me refiero a la de los padres y hermanos. ¡Qué basura la que me tocó! Afortunadamente, cambié la historia con mis descendientes con un giro total que tomé para criar a mis hijos. Y me ufano y le resto suficiente a la madre de ellos, porque a pesar de que los escondió de mí cuando nos divorciamos, a la edad de 12, 13 y 14 se vinieron a vivir conmigo y los terminé de levantar fuera de la religión de los testigos de Jehová.
Las herencias terminan de corromper a los depravados, como mi hermana Rosa, mayor que yo; una mujer que tuvo una hija fuera del matrimonio y se la empacó al hombre con quien estaba casada, le robó al ministerio de hacienda de Barranquilla, a las Empresas Públicas Municipales, y al final, terminó robándome en compañía de sus hijos y mis otros hermanos lo que legalmente me correspondía de la herencia que dejó mi papá.
Pero tenía de donde aprender, de nuestra madre y de Guillermo, otro hermano mayor que yo. La madre está muerta y sé que lloverán protestas de todo tipo por decir lo que estoy diciendo. Pero tengo memorias y experiencias que borraron la santidad del título que le correspondía de mi parte. Una mujer que me robó dinero para comprarle a una de sus hijas, Victoria, cuna, mecedor, colchón, ropa y el ajuar completo de cuando nació su hijo Miguel.
Una mujer que le robaba las joyas a mis hijos, cubiertos de mi casa, mi ropa para dárselo a los otros hijos “porque este hijo - yo – no sabe las cosas que tiene y no se da cuenta” era su criterio y respuesta para justificarse. La misma que se apropió de un ganado que dejó mi papá cuando murió y vendió en compañía de uno de sus cuñados, o se lo vendió a él. Esta misma mujer que cuando me disgustaba con mis hermanas a quienes había traído a Estados Unidos, se iba de mi casa a servirle de sirvienta al marido de mi ex - esposa. Esa misma señora que me decía que mi hija era hija del marido de mi ex. La que los visitaba constantemente, pero a mí, su hijo que la hizo ciudadana, el que la traía y llevaba en primera clase en todos sus vuelos de ida y vuelta de Colombia a Estados Unidos o viceversa, nunca llamó ni visitó en los últimos siete años de su vida, la misma que se negó a verme en lecho de su muerte, y la que le daba las gracias a mi ex por haber obtenido la ciudadana americana, cuando fui yo quien le hizo todo el papeleo, incluyendo una pensión y seguros médicos. Y puedo seguir mencionando casos, pero tomaría varias páginas más.
Guillermo vendió una buena cantidad de ganado también a los pocos años de haber muerto mi padre. Rosa, Berta y Victoria en compañía vendieron en esa época una manada de caballos. Todos sacaron buenas tajadas de esa herencia maldita. Y lo es, porque aunque he vivido demasiados años sin necesidad de esos dineros, el principio de haberse burlado mí, está carcomiendo ahora mi espíritu de reconciliación conmigo mismo.
Pero Rosa no paró ahí. Lo único que nos quedaba era un pedazo de tierra cerca de Juan Mina de aproximadamente 30 hectáreas. En sus ideas maquiavélicas y diabólicas, porque eso es lo que es esa señora, una simple ladrona, cuando mi mamá vivía acá en Los Ángeles conmigo, le falsificó la firma otorgando un poder al abogado que sacó la sucesión y notariada por uno de los más conocidos notarios de Barranquilla. Con ese poder, lo que le correspondió a mi mamá, se lo compró por una mísera cantidad. Eso pasó a mediados de los noventa.
En el 2006 Rosa le vende a Quintal SA, una compañía que se supone es seria. En papeles hacen aparecer la venta por un monto, cuando en realidad fue diez veces más esa cantidad. Una empresa de esa talla con doble contabilidad, y evadiendo al fisco local y de la nación.
En ese lote que se denomina Villa Celia, Ladrillera Barranquilla ha estado explotando una mina de arena sin licencia desde los tiempos en que Guillermo administró esa tierra alrededor de 1978, y luego Rosa, y más tarde Berta. Ni un centavo gocé de esa explotación.
Cuando me doy cuenta de todo lo que había pasado - llevo 36 años viviendo en Los Ángeles - viajé y comencé a investigar en el 2010 y 2011. Cuando voy al juzgado que había hecho la sucesión, el expediente había desaparecido. Les puse una tutela, y respondieron tan tranquilamente, que las últimas personas que habían tenido en sus manos dicho archivo o expediente, fueron Rosa y el abogado Néstor Sánchez Romero y estaba desaparecido. En la partición escondieron el ganado, dos vehículos y los caballos; de el terreno de Juan Mina, a todos los hijos les dieron 25.000 metros cuadrados, a mí me dieron 22.500 metros cuadrados.
En el primero de mis viajes, contrato a un abogado quien me cobró los honorarios por adelantado y comenzó a chantajearme para que el proceso se moviera. Cuando me negué a seguir pagando sobornos (no estoy acostumbrado a pagar a los corruptos) el caso se paró en la fiscalía. Pero sacaron los citatorios una vez amenacé al abogado de quejarme ante la procuraduría.
Regreso a Barranquilla, me encuentro con una vieja amiga (la pastora) y me dice que ella me puede ayudar. Consiguió un abogado nuevo, fuimos a la fiscalía y cuando entraba, saludaba como reina de belleza (todos la conocían como pastora de una iglesia y compañera de oración.) Al regresar a Estados Unidos, comenzó su extorsión, y que para darme cuenta de lo ella era capaz de hacer, al día siguiente o a los bien poquitos días, salió el embargo total sobre Villa Celia. Siguió pidiéndome dinero, y que para gastos de “tú sabes quién” - así me decía. Pero me negué rotundamente, nunca supe de ella más, y tenemos una pendiente en la corte por haber sacado dinero de mi cuenta sin mi autorización. Desde esa fecha, noviembre del 2011, el caso no avanza para nada.
La fiscalía no ha hecho nada para investigar ni la evasión al fisco por parte de Quintal SA, ni la explotación ilegal de la mina de arena de parte de Ladrillera Barranquilla, ni sobre el robo de mi parte de la herencia que me correspondía. Así de fácil. A lo mejor por la distancia o por el poderío de las empresas mencionadas, el flujo de dinero está viniendo de parte de ellos y por eso el caso no avanza.
Pero lo que han hecho, aparentemente, es de voltear la denuncia declarando a mi madre como víctima, cuando ella fue partícipe del dolo.
La otra denuncia que hice es que aparentemente una de las razones por el cual Quintal SA compró este lote, fue para botar residuos químicos. ¡Ah! Antes de que se me olvide, cuando voy al departamento de Planeación a averiguar que está planeando hacer Quintal SA con ese lote, se negaron rotundamente, y no me mostraron ni me dieron copia de nada de lo que planeaban hacer.
Me conseguí el nombre de la arquitecta que les llevaba el papeleo, y se negó también a mandarme notificación de lo que planeaban.
Terminando la historia, Quintal SA no tiene derechos sobre ese lote, porque lo compró fraudulentamente evadiendo al fisco local y nacional; Rosa en conspiración con el abogado Sánchez Romero falsificaron la firma de mi mamá, la notarizaron sin estar presente ante el notario; la cantidad fue irrisoria y el lote me pertenece en su totalidad al haber actuado con dolo y haberme robado las partes que me correspondían de los ganados que vendió mi mamá y Guillermo, la de los caballos que vendieron Berta, Rosa y Victoria, y la de los vehículos que no sé qué pasó con ellos.
Pronto estaré personalmente y no descansaré hasta que mi petición a la fiscalía de otorgarme el control sobre el lote se conceda.

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