En el Silencio de la Penumbra Eterna ©
Ben
Bustillo – Prohibited its reproduction
Las voces de la vida perdieron sus sonidos,
Los caminos en el horizonte que apuntaba un destino,
Los cantos de una virgen que ya se había sometido,
Al placer carnal que una vida pasada le tenía prometido...
No eran flores por recuerdos
Ni una tumba al merodear,
Solo recuerdos que el atardecer en su ocaso hacían sonrojar,
Las luces que entre tinieblas buscaban sin cesar,
Palabras en el olvido de un silencio inocente que al ruborizar,
Revolvía imágenes padecientes de otro despertar,
Entre lo claro y negro de la oscuridad total,
Entre el amor puro y pérfido del ser animal,
Entre ser un ángel del dios bueno o del común mal,
La simple lucha de coexistir como un ser,
Y entregar cuerpo y alma cuando se es enseñado a su prójimo amar...
No hay trajes elegantes en su ataúd,
Ni una túnica de seda que luzca un resplandor angelical,
Su cara cubierta por esa costumbre mortal,
De esconder el rostro de una virgen celestial,
Tradición impuesta por el dictamen patriarcal,
Y de los usos místicos de la creencia clerical...
Su carroza tirada por dos líneas de fuerzas simbólicas,
La una hacia un infinito sin imágenes y la otra a eróticas,
Pugnando cada cual con su fuerza hipnótica a sus propias súplicas,
Vaciando lo poco de su propia fuerza al saber de su necrológica...
Y al ver su cuerpo suspendido entrelazado con su cósmica,
Sus gentes en el suelo despidiendo su alma esotérica,
Al verla dividida marchando cada cual con su alegórica,
Esparciendo el conocimiento de una realidad inexistente,
De lo que algunos llamamos verdad absoluta espiritual,
Y es que cada quien,
Retorna a su nidal...
El silencio de la penumbra eternal...
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