El día que nadie votó... ©
Ben Bustillo – Prohibited its reproduction - En desarrollo
Era un verano de 1965. Apenas comenzaban a mirar personas desconocidas y
foráneas, la gente del pueblo sabía que llegaba una bonanza económica para
todos incluyendo a Fermín, el nieto del viejo Amín, quien se había bebido su
fortuna cuando la mujer se fue con la sobrina del alcalde del pueblo.
Las tardes en la calle principal se hacían largas y tediosas debido al
polvo que el viento susurrando elecciones levantaba y regaba por todas las
terrazas de las casas de los ricos, las únicas que tenían una. Eran hechas de
ladrillo tejas y cemento en contraste con las de los pobres que eran de barro y
techos de paja.
A las siete de la noche, todos, rico y pobres se sentaban en mecedores o
el suelo cotorreando los acontecimientos y chismes del día. “Llegó el billetico
que estaba esperando”, decía uno de los visitantes del tío Pedro frotándose las
manos. “¿Otra vez?” preguntaba la niña Amira, “parece que fue ayer cuando los
vimos acercándose; como vuela el tiempo.”
“Hoy llegaron los coloraos”... “A saber cuando van a venir los
azulejos”...
Pero así era la vida política de los tiempos del frente nacional.
Solamente llegaba gente al pueblo encerrado entre montañas, malos tiempos y sin
caminos transitables, cuando era tiempo de elecciones, en dos colores que
definían los partidos políticos de esa época, rojo y azul. El tiempo se medía
basado en los acontecimientos de la política...
Marzo del 2014. Las elecciones parlamentarias y el escándalo con el
alcalde de Bogotá, ardían en todas las esferas y fuentes sociales cibernéticas.
Lo que se pretendía presentar cono una lucha de poderes entre el procurador y
el alcalde – que algunos pretendían resumir como una pugna entre la iglesia
católica y la izquierda atea – no era más que una disfunción de un régimen
gubernamental criminal en todos los aspectos definidos bajo los códigos
escritos como leyes aprobadas por el congreso y ratificadas por la presidencia.
Pero el modelo de las chuzadas, conspiraciones, violaciones a derechos
fundamentales venían del gobierno anterior del mesiánico proclamado por sí
mismo como redentor de Colombia. Eran secretos a voces altas que gracias a la
evolución de la información su difusión permitiendo verdades revueltas con
calumnias gracias al manejo de masas volubles y fáciles de influenciar. El
fanatismo creado por el Chávez de la derecha colombiana reinaba violando leyes
sabiendo que los secretos que tenía de sus contendores lo hacía intocable
jurídicamente.
Lo del alcalde capitalino no era más que una pugna donde jugaban
factores legales de la justicia colombiana con los acuerdos adscritos
internacionales, los excesos de la imposición de la ley del procurador, la
negociación de la paz con la guerrilla, las maquinarias económica-políticas en
función, el alzamiento de un ex-guerrillero hasta uno de los puestos políticos
más altos en el país, y uno de los más importantes, el choque social entre la
burguesía capitalina y el plebeyo de la costa colombiana. Aunque no quería
mencionarlo, a lo mejor sí tenía algo que ver las creencias católicas del
procurador y su afán de aniquilamiento de la vida política de sus contrincantes
ideológicos.
Desde el punto de vista legal, el presidente ha debido suspender la
destitución del alcalde al recibir el amparo que la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos emitió a favor del alcalde. Colombia es un país de leyes y
acuerdos internacionales y en proceso de reivindicación del estigma producido
por las drogas y guerrillas.
Si hubiese sido abogado y defensor del alcalde, mi acercamiento a
contrarrestar el fallo del procurador hubiese sido ante la Corte Suprema
pidiendo un fallo sobre la aplicabilidad de aceptar las ordenes preventivas
emitidas por la Comisión Interamericana, y que durante la espera, previniera la
destitución impuesta por el procurador.
Ahora, las responsabilidades del procurador son infinitas y peligrosas
como se ha venido dando hasta ahora. La procuraduría no puede ser un ente
investigador, acusatorio, juzgador y penalizador. Las funciones deben reducirse
exclusivamente a las de investigación y acusación. Una vez tengan las pruebas
suficientes radican un caso ante una corte competente y el acusado tiene más
acceso al derecho de defensa ante un juez imparcial. ¿Acaso no es así es como
trabaja la justicia en los países desarrollados? Por supuesto, que
teóricamente. La verdad es que sabemos que la justicia tiene un precio para
quien tenga el dinero para comprarla.
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