La curul de los colombianos en el exterior, ¿a quién le pertenece? ©
Ben
Bustillo – Prohibited its reproduction
La primera vez el trono le tocó a Jairo Martínez, la segunda a Manuel
Vives, la tercera a Jaime Buenahora, la cuarta al mismo y la nueva curul al
partido religioso Mira, Ana Paola Agudelo. ¿Trono? Sí, puesto que así lo miran
las colonias colombianas esparcidas por Estados Unidos. Me imagino que en
Venezuela y España pasa igual, aunque no tengo información precisa de estos dos
países.
Las cantidades difieren de
acuerdo al estudio “Perfil Migratorio de Colombia 2012” realizado por el Dane y
el Ministerio de Relaciones Exteriores; según el Dane, el número de colombianos
residiendo en el exterior es de 3.378.345, y el Ministerio de Relaciones dice que
la cifra estimada es de 4.700.000. El Banco Mundial los contradice considerando
que es de 2.122.100 pero hay solamente un potencial de 571.420 sufragantes de
acuerdo a la Registraduría. Parte de esta información está basada en un
artículo publicado por El Colombiano el 20 de septiembre del 2013.
El mismo artículo sugiere que hacia el 2010 en Estados Unidos vivíamos
908.734, en Venezuela, 684.040 y en España 221.797. La lógica indica que estos
tres países requieren un representante cada uno. Ahora, ¿Representante a la
Cámara? ¿Con qué se come eso? ¿Qué diablo han hecho los dos anteriores, y que
tanto podrán hacer el reelegido y la nueva? Llénense de las ínfulas que
quieran, pero así de fácil y desde ahora, les digo que nada.
Ese no es el puesto que necesitamos los colombianos en el exterior. Lo
que se necesita es elegir un agregado a la embajada a nivel de cancillería con
suplentes en los consulados y funciones precisas de servirle de intermediarios
ante los oficiales consulares y que se elijan por voto popular con candidatos
locales de las áreas consulares.
Los dos congresistas elegidos recientemente por mucho que quieran
simular y politizar el querer ayudar a las comunidades ante la monstruosidad
del aparato político colombiano, lo que pellizquen no suple las necesidades ni
tendrán los votos requeridos que permitan sacar adelante una iniciativa.
Mi experiencia con la diáspora en Estados Unidos fue hacia el principio
de la década del 2000 y se debió al asesinato de mi hermano alrededor de esa
época. A pesar de que en ese tiempo tenía más de 20 años viviendo por acá,
nunca me entusiasmé a introducirme en ella, pues toda mi vida he sido
solitario. Sin embargo, la pérdida tan estúpida de mi hermano perpetrada por
los paramilitares, removió algo dentro de mi. Organicé una publicación que
distribuía nacionalmente, me asocié a varios grupos, incluyendo a un intento de
organización a nivel nacional que se trató hacer. La llamaron NACAO. ¡Qué
despilfarro de tiempo!
Un millón de caciques, y ni siquiera un indiecito... Todos tenían
propuestas, algunas tan absurdas, que hasta se tenía que bailar para probar que
se era buen colombiano. ¡Ah! Todos de sangre azul. Y si se hacía un comentario
a favor de la ideología izquierdista, eras guerrillero; y si apoyabas a Uribe,
eras paramilitar.
Cuando Manuel Vives fue elegido, recuerdo haber asistido a dos reuniones
que se hicieron con varios candidatos que aspiraban al puesto que dejaba Jairo
Martínez. Una de las reuniones fue en New Jersey a la que asistió Buenahora –
que en ese entonces era Cónsul de New York – (haciendo política) y la otra
reunión fue en Washington. A esta asistió un personaje cercano al entonces
Presidente Uribe, también haciendo política, y un funcionario de la Embajada.
Vivo en California y antes de viajar a dichas reuniones que sucedieron
con varios meses entre sí, llamé a Manuel Vives para preguntarle que si él iba
a ir. Rotundamente me contestó que no. Ayudé económicamente a un par de
candidatos, uno de New York y otro de la Florida pagándoles propagandas. Ni las
gracias recibí de ninguno de los dos.
Manuel, sin hacer campaña en ninguna parte, ganó las elecciones. ¡Hmm!
¿Cómo es que se puede ganar una elección para elegir un representante de los
colombianos residiendo en el exterior sin hacer campaña? Y así quieren que uno
vote. Siempre he recelado el manejo de los votos efectuados en los consulados,
pues me parece que algún enredo debe haber por ahí. En estas pasadas elecciones
uno de los candidatos de New York denunció que hubo fraude en algunos de los
consulados y que por eso fue que Buenahora pudo ser reelegido, o el candidato
de la iglesia pudo obtener la mayoría de votos.
El partido gobiernista maneja de alguna forma los votos de los
consulados y me atrevo a decir que de pronto tengo razón al decir que es debido
a influencias protagonizadas por los
“eventos sociales” y por pertenecer a las roscas que merodean las oficinas
consulares. Pero ahora una iglesia les está haciendo competencia a nivel
mundial. Qué paradójico, ¿cierto? ¿Cómo es que dice el dicho? ¿Dios los cría y
el diablo los junta? ¿O es al revés?
Los colombianos en el exterior no necesitamos ni una, ni dos ni tres
curules en el congreso. Sabemos que es una inutilidad, porque lo hemos
presenciado por los últimos 12 años. Si quieren hacer algo realmente
beneficioso por los compatriotas, elijan por voto popular a nivel de
cancillería un agregado a la embajada, con suplentes elegidos por voto popular
de cada área consular.
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