Colombianos en el exterior, ¿quién tiene la razón? ©
Ben Bustillo - Prohibited its reproduction
Parodiando el programa de Venevisión que ha tenido dos presentadores en
su existencia - la última, una tremenda mujerona y la iniciadora, una pedante
que se siente ser la última autoridad de un tema tan complejo - recurro a parte de los datos que reuní para
un artículo que escribí anteriormente, ya que hubo una aparente protesta en el
exterior sobre la eliminación de una de las curules que “nos pertenece”.
Primero, no nos pertenece a ninguno de los que residimos en el exterior
ni representan intereses que nos pudiesen beneficiar directamente; segundo, le
pertenece y le ha pertenecido a individuos que necesitan de un trabajo tan
cómodo y remunerador como es el de ser parlamentario; imagínense, casi
veinticinco millones de pesos al mes, un poco más de diez mil dólares; tercero,
las fuentes que diseminan cifras representando un número de cinco millones de
colombianos en el exterior no citan de donde proviene ese número.
Cierto, hay que admitir que es muy difícil de contarnos; especialmente
el de dos grupos: el de los que ha asimilado cierto tipo de costumbre del país
donde residen, y el grupo de los que no tiene documentos de residencia legal.
Me identifico con el primer grupo y me atrevo a exponer ciertas razones:
unas de simple lógica, y otras con un punto de vista realista. La simple lógica
es de que se tiene cierto número de años viviendo en un sistema al cual nos
hemos acomodado, aunque extrañemos ciertas costumbres que continúan ocupando espacio
en nuestras memorias. Además, el sistema de trabajo que hemos aprendido y el
nivel económico en que nos hemos desarrollado en algunos casos - si no es en la
mayoría – se hace muy difícil de acomodar en territorio colombiano.
Por ejemplo, una persona que viva en el estado de California en Estados
Unidos (estas cifras son más familiares para mí ya que vivo acá) genere un
salario de cincuenta mil dólares por año. Supongamos que es soltero y que tenga
su propia casa y automóvil. De entrada, aproximadamente un veinte por ciento es
para impuestos federales y estatales, otro diez por ciento es para impuestos
prediales, renovación de placas del carro é impuesto de ventas en artículos de
consumo. Esto representa quince mil dólares al año, menos cincuenta le queda
unos treinta y cinco mil, aproximadamente tres mil dólares al mes. Luego viene
el pago de la hipoteca o renta (mil novecientos), gasolina (cuatrocientos) y
alimentación (el resto.) Entretenimiento, de vez en cuando; ropa, es posible si
decide pagar un mes atrasado sus cuentas. No incluí servicios que son
aproximadamente trescientos cincuenta al mes. En otras palabras, se vive
prestado.
Este individuo, tiene un nivel profesional técnico y recurre a trabajos
fuera de su horario regular para suplir su costo de vida. Asumamos que se gana
otros diez mil dólares al año que no reporta y no paga impuestos. Si este
individuo ha trabajado arduamente para lograr este nivel de vida, las
probabilidades de que pueda generar estos ingresos en Colombia son casi imposible.
Las personas que tenemos la mitad de nuestras vidas viviendo en el
exterior, la idea de regresar a vivir permanentemente ni se nos cruza por la
mente; y si lo hace, es tan fugaz, que cuando queremos hacer un raciocinio
sobre ella, está tan lejos de la imaginación que se nos hace imposible
alcanzarla nuevamente. Además, los hijos están radicados, los nietos se hacen
una necesidad emocional, y los años pesan demasiado para emprender una nueva
ruta en lo desconocido.
Las cifras continúan siendo las
mismas que enumeré en un artículo anterior: “Perfil Migratorio de Colombia
2012” realizado por el Dane y el Ministerio de Relaciones Exteriores dicen que
es de 3.378.345; el Ministerio de Relaciones 4.700.000; el Banco Mundial
2.122.100, el potencial de sufragantes 571.420
y los votantes 111.430 de acuerdo a la registraduría en las elecciones
presidenciales pasadas. ¿Dónde están esos cinco millones?
El segundo grupo del cual me refería en un párrafo anterior, es el de
los que no han culminado un proceso legal que estabilice su residencia legal en
el país en que se encuentren. Lo más seguro es que estos sean los que más
añoren regresar. Sin embargo, de acuerdo a la nueva orden ejecutiva que firmó
el Presidente Obama recientemente, a los que viven acá se les acerca la
posibilidad de obtener la residencia legal, especialmente el próximo año que
los republicanos asuman el control del senado y el congreso.
La encrucijada que se les abre a estos compatriotas es supremamente
compleja al tener que definir que decisión tomar entre quedarse en un sistema
que han aprendido más o menos a manejar, o regresar al que han dejado de
pertenecer por varios años añorando un pasado que no es ni será igual al que
permanece en sus memorias. Si este grupo se añade al de los que tenemos nuestra
vida establecida, somos un potencial de ingresos. Pero no el de que algunos
piensan que podría ser.
En el exterior, más me puedo referir a Estados Unidos, no hay liderazgo.
La prueba está en la tal marcha que se convocó para protestar por la eliminación
de una de las curules. En un artículo en Facebook dicen que trescientas
personas manifestaron frente a los consulados alrededor del mundo. De acuerdo a
un dato que encontré en la registraduría refiriéndose a la entrega de la cédula
de ciudadanía, hay aproximadamente 94 consulados en el exterior. Asumiendo que
a esa convocatoria sí asistieron las 300 personas que dicen, da un resultado de
aproximadamente 3 personas por consulado. ¿Qué representa a los políticos esta
cantidad? Un chiste, o una broma para reírse.
¿Dónde están esos cinco millones? Es más, para esos dirigentes que
desean ser caudillistas emocionales más que realistas, les contesto de una
forma quizás cruda pero la más cercana a la realidad: ¡No les interesa la
política colombiana!
Y regresando al título del artículo, ¿quién tiene la razón? Sin parodiar
a la pedante, les respondo que todos tenemos un poco de la razón. Pero lo que
tenemos actualmente, dos representantes que solo velan por sus propios
intereses, ¡no sirve!
Pero estas son mis sugerencias: somos un grupo grande que pueden tratar
de atraernos rebajando el impuesto de venta que los hoteles exoneran a los
turistas pero no a nosotros que vivimos en el exterior aunque teóricamente
somos extranjeros porque tenemos doble nacionalidad; que nos permitan abrir
cuentas bancarias sin problemas; que no nos cobren al usar nuestras tarjetas de
crédito; que nos traten como turistas sin explotación; y por último, que nos
motiven a comprar propiedad con beneficios, especialmente a los de la segunda y
tercera edad. Esto, generarían más divisas legales al país. Porque la realidad
es que esos dineros que entran al país son fáciles de confundir. Especialmente
ahora que se habla de una paz con los guerrilleros. ¿Se acuerdan de la
inundación de dólares que hubo en el país cuando se hizo la paz con los
paramilitares?
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